sábado, 4 de febrero de 2017

Leyendas Subterraneas....

Leyendas subterráneas.

          Subterráneo. Palabra proveniente del latín subterranêus, debajo de tierra, por eso la utilizamos para calificar algún objeto o lugar que se encuentre bajo tierra, normalmente oculto de nuestra curiosa mirada, esa que suele observar precisamente todo lo que se sustenta sobre la superficie terrestre. De esta forma encontramos en nuestra rutina diaria ejemplos de túneles subterráneos en la carretera, también la que por ahora es nuestra única línea del metro posee una gran parte de recorrido subterráneo o nuestros propios desagües domésticos acaban situados bajo las calles que pisamos. Aunque no es la primera vez que desde aquí nos adentramos en el interior del terreno, en esta ocasión vamos a bajar a las entrañas del suelo sevillano para ver que historias nos encontramos, mitos o realidades. Uno que conoce la ingrata profesión minera, les invita a enfundarse la petaca para encender la lámpara del casco, allá vamos.


Como ocurre siempre que investigamos algo de la ciudad, van apareciendo las huellas que han dejado las culturas aquí a lo largo de la historia, y en esta ocasión no iba a ser menos como veremos a continuación. En el anterior párrafo ya hemos recordado la entrada sobre los Caños de Carmona y su largo y complejo sistema de galerías subterráneas en Alcalá de Guadaríra, y es que esa red es un ejemplo de lo que romanos y árabes eran capaces de hacer bajo el suelo. De sobra es conocido el interés que tuvo Roma en la Península Ibérica por la extracción de metales, encontrando minas por todo el país en las que se puede contemplar los grandes trabajos de excavación que efectuaban, así como otro de los legados que nos dejaron: el saneamiento. Los romanos, muy aficionados al uso de termas, siempre estaban preocupados por recolectar agua y su posterior desagüe, de ahí que construyeran cloacas bajo las ciudades que levantaban, como podemos ver en Itálica y en la propia Híspalis. Cloacas ocultas que han llegado a nuestros días abandonadas en su mayoría, otras han estado en servicio hasta un tiempo reciente, pero que por ese desuso se vieron transformadas en posibles pasadizos. Algunos creen incluso que ambas ciudades (distaban 7 km) estaban unidas por un túnel bajo el lecho del río Betis. Posiblemente, a una de estas antiguas galerías de saneamiento romanas llegó una muchacha que escapó, a mediados del s. XIX, en una noche de carnaval de la casa donde era esclava, la Casa de los Pinelo en la c/Abades. La joven levantó una loza del zaguán y huyó en busca de una añorada libertad que ojalá consiguiera ya que sus buscadores no la encontraron.Dicho pasadizo fue hallado en 1970, cuando se acometieron unas obras en la calle, por lo que se supo que medía en torno a 1m de altura por 1'5m de anchura, al igual que el pasadizo descubierto bajo el que fuera el Cine Pathé (hoy Teatro Quintero) de la c/Cuna, donde también se han descubierto habitáculos inundados y con restos de una antigua actividad portuaria. Otro lugar subterráneo fue hallado en la c/Argote de Molina, en un estrecho callejón que siglos atrás se llamaba c/Horno de las Brujas, allí aparecieron calderas y otros utensilios originarios de unas antiguas termas romanas, por lo que aquello del horno no era el cuento de Hansel y Gretel, ya que no era otra cosa que un horno de famoso pan regentado por unas hermanas procedentes de la ciudad flamenca de Brujas.

Casa de los Pinelo en c/Abades,
 esquina con c/Segovia.

También los árabes han sido buenos excavadores y constructores. Un ejemplo lo tenemos en el casco histórico de la ciudad de Ronda, en la denominada Casa del Rey Moro, la cual consta de jardines realizados por Forestier y miradores, pero destaca por tener excavados 365 en la roca natural con la finalidad de llegar al fondo del afamado tajo y obtener agua directamente del río, lo cual hizo que los musulmanes resistieran mejor el asedio de las tropas cristianas. Aquí realizaron una importante ampliación urbanística, además de "reciclar" multitud de edificios de época romana para la construcción de sus mezquitas y palacios. En la actualidad observamos monumentos como el Alcázar, la Catedral con la Giralda, la Torre del Oro o la muralla, lugares muy visitados por turistas y sevillanos, pero a la vez son lugares con sus misterios, y es que todos protagonizan leyendas de la existencia de pasadizos en ellos. Oscuras galerías que comunicarían a la que fue Mezquita Mayor con el Palacio Arzobispal, o un desagüe de la misma que desembocaría en pleno Arenal, en la actual c/García de Vinuesa, o por supuesto vía directa hacia el Alcázar, ese recinto fuertemente amurallado del que dicen se podría salir a la Huerta del Retiro, o hacia la c/San Fernando, por donde fue encauzado el arroyo Tagarete bajo una bóveda, e incluso que el trasnochador rey Pedro I mandó construir un túnel de tal tamaño que él pudiera ir montado a caballo hasta la Torre de Doña María, su amada realojada en dicha hacienda de Dos Hermanas.

Hacienda Torre de Dª María, en Dos Hermanas, a 10 km del Alcázar.

También se dice que, al igual que atraviesa el metro el río, desde la Torre del Oro se podía cruzar hasta Triana, y no precisamente por el puente de barcas, situado junto al Castillo de San Jorge. Esta fortaleza tampoco se libra de las historias sobre sus cárceles y pasadizos, algo normal teniendo en cuenta su tétrico pasado, y es que al parecer comunicaba el castillo con el dominico Convento de San Pablo, que fue la primera sede de la Santa Inquisición en la ciudad. Otro lugar por el que, según las leyendas, se cruzaba el río mediante un túnel era el trayecto entre el monasterio de la Cartuja de Sta. Mª de las Cuevas y la Puerta Real, justo donde una isleta arenosa asomaba en medio del río como se puede ver en numerosos grabados. Esa manga de tierra, ya desaparecida, favoreció el crecimiento de la leyenda sustentada también por las antiguas cuevas alfareras en las que apareció la escultura de la Virgen que da nombre al propio monasterio y las historias de grutas en el barrio de Los Humeros, donde al parecer unos niños encendieron una hoguera y allí fallecieron asfixiados, según cuenta una crónica del s. XVIII, que también apunta su posible origen en las obras del muro de defensa contra las crecidas del río que anegaban la ciudad.

Monasterio de la Cartuja de Sta. Mª de las Cuevas.

Detalle de la Puerta de la Barqueta, José Herrera Dávila, 1848.
Otra zona sobre la que recaen estas enigmáticas historias de lugares subterráneos es la cerca musulmana que rodeaba hasta hace poco el casco urbano. Una construcción llena de leyendas de todo tipo como es ésta, gracias a su amplitud, sus puertas y postigos y el gran número de diferentes torres que la defendían, tenía que tener alguna que otra relacionada con el tema que estamos tratando. Son muchos los lugares en los que la tradición sevillana ha ubicado cámaras secretas o pasadizos que servían para dar escondite o escapatoria sin tener que atravesar una de las puertas. Destacando la peculiar Puerta de la Barqueta, la cual sucumbió ante el inminente progreso ferroviario y fue derribada a mitad del s.XIX. Por ese motivo y gracias a la labor del cronista Manuel de la Cruz y de Alfonso Álvarez-Benavides, se supo que en un lateral existía una escalera para descender a un túnel abovedado que avanzaba varios metros hasta llegar a una sala cuadrangular con una gran piedra circular en el centro y un par de puertas tapiadas que fomentaban la idea de una vía de comunicación con Itálica, que hablábamos antes, y una unión entre el mencionado monasterio cartujano y el Hospital de las Cinco LLagas. Siguiendo el flanco norte de la muralla, llegamos al Arco de la Macarena, bajo el que según cuentan pasa una galería proveniente de la Plaza del Pumarejo en la c/San Luis y que llegaría hasta el Hospital de San Lázaro. Y unos metros adelante, motivado por la construcción de un pozo en la Terraza-Freiduría La Pastora, volvió a descubrirse un pasadizo similar al anterior ya que también enfilaba desde el Pumarejo para atravesar a la zona de extramuros. También otra obra, en este caso la construcción de la antigua fábrica de Cartonajes Berrio que lindaba con los Jardines del Valle y la propia cerca, sacó a la luz un túnel que cruzaba por la c/Sol en dirección al Convento de Mª Auxiliadora y por el que una persona podía caminar erguida, quizás para dirigirse hacia las antiguas cárceles romanas del convento trinitario.
Fuente: www.salesianos-sevilla.com

San Bartolomé y Santa Cruz son otros de esos barrios que nos envuelven con su encanto, esas frescas callejuelas de balcones con macetas y llenas de ávidos turistas con cámara en mano, saben guardar sus secretos bajo la cal de sus paredes. Unas collaciones añejas, con rincones en los que parece detenido el tiempo, fachadas de casas señoriales con grandes muros y por supuesto cantidad de hechos que contar. Por eso son lugares que no escapan sin la sospecha de contar con espacios subterráneos entre las variadas leyendas que poseen. Así se comenta que junto a la que fuera una sinagoga, la actual iglesia de Sta. Mª la Blanca, se encuentran varias casas que hoy forman un lujoso hotel. Edificios que fueron levantados tras la expulsión judía de 1391 y que al parecer están comunicados por unos pasadizos, algo que también se dice que ocurre bajo algunas zonas de Santa Cruz, llegando su desembocadura más allá de las murallas. De ser real su existencia, habría que descubrir su origen y quienes tendrían conocimiento de ellos, puesto que los judíos podrían haberlos aprovechado para escapar de la matanza cometida contra ellos, o quizás fueron usados precisamente por sus asaltantes para acceder a una zona de la ciudad que se encontraba adosada a la muralla y separada del resto por otro muro interior.

c/Dos Hermanas, barreduela entre el antiguo
Palacio de Altamira y las casas del hotel en los años 60.
Muy cerca del muro que comentábamos antes que apartaba a la judería del resto de la urbe, se levanta la parroquia de San Nicolás de Bari. Un templo que ha sido muy reformado desde que se construyera tras la toma de la ciudad por el rey Fernando III, hasta llegar a la actualidad como sede de la hermandad de La Candelaria. Y precisamente en unas obras efectuadas a finales del s.XV se encontró bajo el suelo un espacio y dentro del mismo una imagen de la Virgen María. Dicha escultura recibió la advocación de la Virgen del Soterraño o Subterráneo como clara referencia al lugar de su hallazgo, siendo hoy titular de la hermandad de La Sagrada Cena.

Virgen del Subterráneo en su palio.

Otra parroquia con un misterioso pasadizo bajo tierra es San Roque. Según el historiador José Mª de Mena, él pudo presenciarlo durante las obras de rehabilitación de la iglesia, por el incendio provocado en 1936, como éste partía de la cripta parroquial hasta el Prado de Santa Justa o Campo de los Mártires con unas dimensiones considerables. Dicha zona hoy está totalmente transformada por la estación ferroviaria de Santa Justa y las viviendas construidas, aunque en aquel lugar apareció oculto en una pequeña gruta el legendario y desaparecido Cristo de San Agustín. Una imagen con mucha devoción en Sevilla y cuya peculiar historia contaremos en otra ocasión.

Detalle de vista aérea del Vuelo Americano 1956-57.
Se observa la Parroquia de San Roque y la extensión del Prado de Santa Justa

Los últimos lugares por los que pasearemos son las concurridas calles San Eloy y Feria, ya que ambas comparten leyendas semejantes acerca de la existencia de espacios subterráneos capaces de albergar incluso un molino hipogeo con su correspondiente corriente de agua. A nuestro humilde parecer, un enigma de carácter poco probable y casi indocumentado, aunque lo reseñamos como constancia de tantas y tantas historias que existen bajo el suelo que pisamos de nuestra ciudad.

Bueno amigos, parece que nuestras lámparas se van apagando por hoy, así que no nos queda otra que volver a caminar por las aceras de las calles y descansar. Esperamos que hayan descubierto con nosotros un poco más sobre esta legendaria Sevilla... un tanto desconocida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario