sábado, 4 de febrero de 2017

Tuneles Secretos, Morunas, Extremadura.

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Las Morunas, los túneles secretos de Extremadura
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Israel J. Espino | 13-10-2012 | 23:39


Ilustración: Borja González Hoyos
La magia de Extremadura no está solo en el aire. También se oculta, a veces en las entrañas de la tierra, y no son pocos los que afirman que bajo tal o cual monte se ocultan las “morunas”, galerías subterráneas de interminables kilómetros, cuyo origen normalmente se ignora y cuya entrada exacta y su salida han quedado sepultadas en el polvo del tiempo.

En las inmediaciones de La Parra se encuentra La “Sierra de la Horca”, en la que según la tradición se alzaba el patíbulo en el que se ajusticiaba a los salteadores que merodeaban por los alrededores. Como reminiscencia de sus antecedentes árabes, los lugareños afirman que existen unas “morunas”, que recorren el pueblo por debajo de las casas, comunicándolo con los castillos y sierras de los alrededores.

Y es que los castillos son propicios a tener túneles subterráneos y sótanos ocultos. Pero sólo unos pocos gozas de “morunas”, verdaderas “carreteras subterráneas”. Existe la tradición, propia de los castillos templarios, en Esparragosa de Lares y los pueblos aledaños, relativa al paso subterráneo que une el castillo de Puebla de Alcocer con la encomienda de Casas Viejas de Galizuela. El paso no ha sido encontrado, pero desde el interior del castillo  se aprecia la excavación de un túnel que, según la tradición popular, conectaba con la fortaleza templaria de Lares, aunque otras voces lo conectan con Siruela.
 Diferentes túneles me cuentan mi amigos miajadeños que partían del desaparecido castillo de Miajadas: a la Iglesia de Santiago, al castillo de Montanchez e incluso al castillo de Medellín. Sobre el primer túnel, el que iba hacia la cercana Iglesia de Santiago, Sebastián González aún recuerda cómo cuando se realizaron unas obras en la Plaza del Castillo se hundió una parte del suelo y quedó un pasadizo al descubierto.
Otras voces miajadeñas afirman que el túnel se se unía también con el Palacio, con el Huerto del Francés que estaba próximo a la plaza del Castillo, con el patio del colegio Sagrado Corazón o con la Casa Grande.
Y es que con las morunas pasa como con las leyendas, que aunque se sepa donde empiezan, nunca puede saber uno donde acaban…
Bajo el Valle de Ambroz se ocultan las morunas (Fotografía: Jimber)

Las “morunas” también surcan el Valle del Ambroz. Allí, buscaremos la localidad de  Segura de Toro, y en ella los restos de un castillo del siglo XIII desde donde, desde siempre, el pueblo ha comentado que arranca un larguísimo túnel. En la cercana Jarilla comentan que el túnel se dirige a las ruinas de la ciudad romana de Cáparra y llega hasta el “Lindón”, la calzada romana que fija los límites de los pueblos de la Trasierra con los la antigua Granada, hoy Granadilla.

Sin embargo, en los pueblos de Gargantilla y Aldeanueva del Camino afirman que la misteriosa galería tiene su fin en la casi legendaria localidad de Abadía, que nació en el siglo XIII (curiosamente, al mismo tiempo que el castillo de Segura del Toro) al amparo de un monasterio cisterciense construido sobre una fortaleza árabe. Aún puede visitarse lo que queda del palacio de Sotofermoso , llamado así por el castillo romano de su nombre, antigua propiedad de la Orden del Temple y más tarde Palacio de recreo de los duques de Alba, quienes crearon, a decir de Publio Hurtado,

“la mansión más señorial, más artística y deleitosa que concibieron mortales, para la que trajeron toda clase de piedras, metales, maderas, vidrios, plantas (…) y cuyos jardines eran el más bello ejemplo de fuentes mitológicas, juegos de agua y trucos mecánicos para deleite de los invitados”.

Sea como fuese, al parecer se trata de una galería profundísima, que cruza la actual carretera N-630 y que incluso posee en su interior un puente para salvar una garganta subterránea. Marcelino Blanco Rodríguez afirma que algunos de sus informantes aseguran haber penetrado en esta oscura galería, repleta de morgaños.

No es la única galería habitada por bichos pocos recomendables. En Mérida y Calamonte siempre se ha hablado de un túnel subterráneo que parte (o llega) desde el emeritense lago de Proserpina hasta el cercano pueblo.   Se dice que alguien encontró la entrada, que un cerdo se metió dentro y que apareció comido por los mosquitos y murciélagos. Lo dice Domínguez Moreno y lo corroboro yo, que pasé varias noches de mi infancia sin dormir pensando en el dichoso túnel-caníbal y sus mosquitos come-ojos.


Seguro que también han tenido pesadillas algunos zagales de El Risco, donde se habla del Pozo de los Moros, que los lugareños afirman que fue construido por los agarenos y atraviesa sierras y montes, hasta llegar al río. Los más ancianos cuentan como introdujeron un perro y este salió sin pelo y sin rabo a causa de los mosquitos.

Hay quien asegura que las morunas llegan hasta Granadilla (Fotografía: JImber)
Pero estas galerías no siempre son siniestras. A veces, “las morunas” sirven para esconder tesoros En   Salvaleón se habla de maravillosos tesoros y ocultos túneles que unen el Risco de Peña Utrera con la Sierra de Monsalud.  Y si los túneles y las cuevas interminables existen… ¿porque no el tesoro?

La entrada a la “Cueva del Risco Barbellío”, como dicen los lugareños, es  más bien madriguera, un pequeño agujero que da paso a una especie de corredor de alto techo, a cuyos lados se abren nuevas salas. Muchos en el pueblo, cuentan cómo en sus correrías infantiles se metían en la cueva, entraban en esas salas y proseguían por nuevas galerías que no parecían tener más fin que el sugerido por la propia prudencia, ya que los testimonios recogen la existencia de una compleja red de pasillos y salas que en la actualidad han sido obstruidos por las rocas. Sigue, sólido y firme, de este a oeste, la galería principal, que lleva a una gran sala con un pequeño pozo en su interior que obliga a extremar la precaución. Un pozo que es el resultado de un sueño y de un tesoro cuya realidad desconocemos.

A mediados de los noventa, quizás antes, un lugareño, que después emigró, soñó la existencia de un maravilloso tesoro enterrado en la cueva. Ni corto ni perezoso, excavó en su búsqueda. Si encontró el tesoro es una incógnita que alimenta las habladurías. Como las propias morunas.

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